Primeros años  Universitario  Madurez


Primeros años

Gaudí, nació en una familia de caldereros en Reus. De pequeño, tuvo una larga enfermedad lo que le mantuvo paralizadas sus piernas durante mucho tiempo. Esto fue una de las causas por las cuales Gaudí fuera un gran observador. Sin poder mover las piernas, estuvo muchos días solo inmóbil delante de objetos, pero sobretodo delante de la naturaleza.
    De ella aprendió, el modo en el que crecían las plantas, se dio cuenta que la naturaleza no da formas al azar  sinó, todas las formas que da a sus creaciones son totalmente funcionales. El olivo, árbol abundante en la província de Reus, retuerce su tronco para adquirir mayor rigidez y fuerza, Gaudí observador de ello, más adelante utilizó la misma técnica en sus obras para dar más rigidez y mayor fuerza a columnas y nervios aparentemente frágiles.
    Otro aspecto importante en los primeros años de Gaudí y que sin duda tuvo una gran repercusión en su obra fue el trabajo de sus familiares, eran caldereros. Las formas de los objetos creados por su padre influyó después en la forma de sus construcciones.
 
 
   Madurez

Universitario

 
Gaudí entro en la Universidad por sus propios medios, aunque nunca fue un estudiante brillante. Tenía predilección por algunas asignaturas, en las cuales era el mejor, pero en la mayoría de ellas era más bien mediocre. Aunque su obra difiere mucho del movimiento de la época, se le menospreciaba hasta hace poco dentro del ambiente de la arquitectura, si tiene una gran influencia, sobre todo en sus primeras obras, de la arquitectura impartida en la Universidad de Barcelona.
    Siempre se preocupó por introducir otros estilos arquitectónicos diferentes de los de la cultura occidental, así que estudió durante 
mucho tiempo la arquitectura árabe así como la asiática; si visitamos   la     Finca     Güell observamos la gran influencia  
de estas dos culturas.
   El conde Güell fue la persona más importante para la obra de Gaudí, exceptuando Gaudí claro está, fue él el que le encargó la primera obra arquitectónica de relevancia, como era el encargo de construcción de unas caballerizas para la Finca Güell. Él fue su mecenas, hasta que se dedicó plenamente en la construcción de la Sagrada Familia                                            

 
                               Fachada frontal de la Sagrada Familia en Barcelona
 

Primeros años


Madurez

 
 
 En 1883 fue nombrado arquitecto del templo de la Sagrada Familia, obra en la que trabajó a lo largo de su vida y a la que dedicó de forma exclusiva sus últimos años, pero cuyo proyecto nunca vio concluido. Entre 1883 y 1893 se realizó la primera fase de construcción del templo: la cripta, de estilo neogótico (1883-1891), y el ábside (1891-1893). Paralelamente, llevó a cabo numerosos edificios, interpetando de manera personal la corriente historicista en boga en aquella época. La inspiración mudéjar se percibe en la casa Vicens y en los pabellones de la finca Güell (1884-1887), ambos en Barcelona, al igual que en El «Capricho» de Comillas, en Santander (1883-1885). El ladrillo, los azulejos policromados y los motivos escalonados existentes en estos edificios son deudores del arte hispanoárabe, pero su combinación, los arcos parabólicos y el diseño de algunos elementos, como la verja del Dragón de la finca Güell, son muestra del genio gaudiniano. Otras obras de este período se vinculan más al neogótico, como el convento de Santa Teresa de Barcelona, con soluciones arquitectónicas que asombran por su simplicidad y por su ritmo, el palacio episcopal de Astorga (1887-1893) y la casa Fernández y Andrés o de los Botines en León (1891-1894). En las dos últimas, Gaudí hizo uso de la pizarra y del granito, más acordes con los materiales de la zona. En todas estas realizaciones este creador maneja los elementos historicistas con entera libertad, llegando en ocasiones a soluciones de cariz expresionista. Los ritmos ondulantes y la tensión estructural son nítidos preludios del modernismo, movimiento artístico que Gaudí llevará a su punto más álgido.

La construcción de la Sagrada Familia continuó con la fachada del Nacimiento (1891-1900) y las cuatro torres correspondientes, de las que sólo vio concluida una. La religiosidad de Gaudí se ha ido profundizando y concibe su gran obra, el templo expiatorio, como un poema místico cargado de simbología. La ascensión del mundo terrenal al espiritual se manifiesta a través de la progresiva abstracción de las cuatro torres, las cuales, a su vez, son símbolos de Cristo, los apóstoles, los evangelistas y la Virgen. En esta época, que corresponde a la plena madurez, el artista proyecta, para Barcelona o sus inmediaciones, sus obras más originales: la casa Batlló (1904-1906), cuyo exterior imita formas óseas; la casa Milá, llamada «La Pedrera» (1906-1910), masa ondulante de piedra que evidencia la dimensión expresionista e incluso surrealista de Gaudí; el parque Güell (1900-1914), donde aplica su poderosa imaginación a la urbanización de lo que inicialmente debía ser una ciudad jardín y en el que destaca el uso de fragmentos de azulejos recompuestos en diseños ornamentales; y la iglesia de la colonia Güell en Santa Coloma de Cervelló (construida parcialmente entre 1900-1914, pese a que el proyecto data de 1898). La cripta de esta última, su obra más avanzada estructural y plásticamente, presenta columnas inclinadas, que suplen el empuje de los arbotantes, una planta que reproduce y reinterpreta la evolución de la planta gótica y una visión del interior-exterior que ningún artista de su época ha superado. Para Gaudí, arquitectura y escultura son inseparables, con lo que se anticipó en sus trabajos al abstractismo biomórfico. En lo decorativo, destaca la eficacia ornamental de sus hierros forjados y de sus mosaicos (de cerámica y de varias materias), cuya técnica se anticipa a los collages cubistas. En la actualidad, se acepta sin reservas la opinión de Le Corbusier (apenas aceptada en 1928) según la cual Gaudí fue el creador de la arquitectura orgánica moderna.

 

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